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En el post #003, introducimos el concepto de “Límites Planetarios”, como un total de nueve límites dentro de los cuales la humanidad puede seguir desarrollándose y prosperando durante próximas generaciones. Las consecuencias de sobrepasar dichos límites no pueden predecirse del todo.
Os dejo aquí el enlace al post para los que no lo leísteis. Eso sí, luego hay que volver…
En esta segunda entrada sobre los límites planetarios vamos a tratar un límite del cual deberíamos estar 100% orgullosos.
Este límite me recuerda a Mecano en su canción “Un año mas“:
Entre gritos y pitos los españolitos
Enormes, bajitos hacemos por una vez,
Algo a la vez
Aunque si cambiamos “españolitos“, por habitantes del todos los países del mundo, sería algo parecido lo que este límite planetario ha conseguido para nuestro mundo.
Hoy vamos a desgranar algo más la “Capa de Ozono“.
Para hacerlo vamos a utilizar una de las herramientas que más me gustan: El círculo dorado de Simon Sinek (What; How; Why).
Según Simon, todos los líderes y organizaciones que inspiran en el mundo siguen, piensan, actúan y se comunican de la misma manera, y lo hacen de una forma opuesta al resto de nosotros, los mortales. Su modelo se puede reducir en:
Todas las personas en el planeta saben lo que hacen; un 100 %. (What)
Solamente algunas personas saben cómo lo hacen. (How).
Pero muy, muy pocas personas y organizaciones saben por qué hacen lo que hacen. Y no estamos hablando de “ganar dinero“, hablamos de cuál es el propósito que tienen al hacerlo. (Why).
Os dejo la charla TED donde presentó este modelo y en el apartado de referencias, el libro donde lo explica con todo lujo de detalles.
Si comenzamos preguntándonos qué es la Capa de Ozono, podremos decir que se trata de una capa de gas que se encuentra en la atmósfera superior de forma natural (principalmente en la estratosfera) y que nos protege de unas radiaciones que se denominan ultravioletas (UV).
Esta capa actúa como barreras de un gran número de radiaciones que si pudieran pasar, harían inviable la vida tal y como la conocemos.
Hasta aquí puede que todos supiéramos qué es la Capa de Ozono. Comencemos con el siguiente paso.
A principio de los años 70, se comenzaba a saber que ciertas sustancias podían dañar esta capa, permitiendo la penetración de radiaciones ultravioletas que afectaban a nuestro ecosistema.
Fue una publicación en 1974 en la revista Nature, la que nos puso en pie frente a la degradación de la Capa de Ozono. La publicación firmada por los investigadores Frank Sherwood y Mario Molina demostró que los gases clorofluorocarbonos (los famosos CFC) eran los responsables de la disminución de esta capa protectora.
Por dicho hallazgo y por su publicación ambos investigadores recibieron el premio Nobel de Química en 1995.
A pesar que la ciencia había demostrado que teníamos un problema, costó un tiempo que la sociedad se hiciera a la idea, incluido los científicos, recordándonos el famoso sesgo del presente del que ya hemos hablado y que seguro, seguiremos hablando.
La lucha comenzó a ver la luz en 1984, cuando ya el agotamiento de la Capa de Ozono era un problema y donde tocaba ponerse a buscar soluciones.
En 1985, tres investigadores, Farman, Gardinaer y Shanklin, publicaron los resultados de un estudio, de nuevo en la revista Nature donde mostraron una disminución de los niveles de ozono en la zona polar (Antártida) mucho mayor a lo que cualquiera hubiese anticipado.
Ese paso fue decisivo para la creación de la “Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono”, donde se plasmaron los principios básicos para su protección.
Solamente dos años después se firmó el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias agotadoras de la Capa de Ozono, definido por la ONU como:
“Una de las historias con mayor éxito dentro del mundo de las negociaciones sobre el medio ambiente. Un acto de humanidad que unió a todos los países del mundo para preservar el futuro de la Tierra”.
El protocolo ha sido firmado por 198 países, lo que puede ser considerado como una de las pocas veces que todo el mundo nos hemos puesto de acuerdo en hacer algo a la vez, y además respectando la situación de desarrollo de cada uno de ellos.
Esperemos que no sea la última vez.
En la actualidad, el Protocolo de Montreal controla una gran diversidad de productos químicos entre los que se encuentran “palabros“ como:
Clorofluorocarbonos (CFCs) y Hidroclorofluorocarbonos (HCFCs), que se utilizaban en frigoríficos, aires acondicionados, disolventes, etc.
Halones, utilizados en extintores.
Tetracloruro de carbono (CCl4), utilizado como disolvente.
Hidrobromofluorocarbonos.
Bromuro de metilo, que se utilizaba en cultivos.
Desde que se firmó el Protocolo de Montreal, las normativas y regulaciones han ido dirigidas hacia una disminución de su uso y la sustitución por otros con menor potencial de calentamiento atmosférico (PCA).
En 2014, mediante la normativa gases fluorados F-Gas 517, se tiene como objetivo alcanzar una reducción de los gases fluorados en un 70% para el 2030.
Ya hemos conocido algo más sobre cómo se descubrió el agujero de la capa de ozono y cómo se está trabajando para su reconstrucción. Solamente nos quedaría un tercer paso, por qué.
El mayor factor motivante para la lucha frente a la Capa de Ozono son los efectos que la radiación ultravioleta pueda ejercer sobre nosotros. Son muchos los artículos científicos que han tratado este tema. En el apartado de referencias os dejo un artículo que puede servir como ejemplo.
Según el artículo, los efectos adversos de la radiación UV afectan principalmente a los ojos y a la piel. Ya está reconocido que la ración ultravioleta es un factor de riesgos para algunos tipos de cataratas, y cada día hay más pruebas que lo asocian al melanoma ocular.
En relación con la piel, la afección más común relacionada con la radiación UV son distintos tipos de cáncer de piel, en el que se incluye el melanoma. Su incidencia ha aumentado en las últimas cinco década y su previsión es que siga aumentando.
Como en casi todo en la vida, algo no es blanco o negro, sino que hay una gran gama de grises que incrementan las opciones. La exposición a radiación social UV-B tiene algún efecto positivo, como es la creación de vitamina D la cual, presenta una gran implicación frente a distintas enfermedades, como son algunos tipos de cáncer y enfermedades autoinmunes, aunque todavía las evidencias no son del todo concluyentes.
Bueno, ya podemos decir que sabemos qué es la capa de ozono, cómo nos hemos unido para recuperarla (que nos debe llevar de orgullo) y por qué debemos hacerlo. Ahora solamente queda seguir avanzando todos juntos hasta alcanzarlo.
Para terminar me gustaría compartir una dilema que me venía a la cabeza mientras escribía este post, el dilema de la “Tragedia de los comunes“. Dilema publicado por el biólogo Garrett Hardin en 1968 en la revista Science.
Hardin describe que:
“Varios individuos, motivados solo por el interés personal y actuando independiente pero racionalmente, terminan por destruir un recurso compartido limitado (el común) aunque a ninguno de ellos, ya sea como individuos o en conjunto, les convenga que tal destrucción suceda”.
La verdad es que el dilema se entiende mucho mejor con el ejemplo de Hardin del pastizal y las vacas. Os dejo el enlace para que lo podáis conocer (Ejemplo de Hardin)
Se trata de un dilema entre la libertad y la responsabilidad; entre el beneficio propio y los beneficios comunes o estatales. Un dilema con partidarios y detractores, pero que sobre todo, un dilema que nos hace pensar y reflexionar muchos de axiomas preconcebidos.
Este dilema está completamente vinculado con la situación actual del medio ambiente. Nos encontramos en un mundo donde para 2050 hay una previsión de 9.700 millones en personas, lo que requerirá una mayor cantidad de recursos.
Por otro lado, nos encontramos con unos recursos cada vez más finitos y como en este caso, algunos recursos se encuentran en peligro.
Esta “tragedia de los comunes“ en torno al medio ambiente nos debe hacer por lo menos reflexionar y tratar de al igual que se hizo en 1987 con el Protocolo de Montreal, unirnos para un bien común y mayor.
Como siempre, muchas gracias por llegar hasta el final.
Ahhh, y una pregunta tonta: ¿Ahora que sabes que tu beneficio individual puede repercutir en el medio ambiente común? ¿Te vas a plantear cuántas vacas quieres poner a pastar?
Bonus track
Si queréis tener una mejor idea, os dejo el enlace al satélite Copernicus, donde en la representación “Ozone hole development 2021“ está perfectamente representado y confirma el dicho de que “Una imagen vale más que mil palabras“.
Referencias
Start with Why. Simon Sink: enlace
Stratospheric sink for chlorofluoromethanes: chlorine atom-catalysed destruction of ozone: enlace
Large losses of total ozone in Antarctica reveal seasonal ClOx/NOx interaction: enlace
Convención de Viena: enlace
Protocolo de Montreal: enlace
The human health effects of ozone depletion and interactions with climate change: enlace
Ejemplo de Hardin: enlace
Foto de la vaca by Ryan Song on Unsplash
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