#063 Castigo altruista: entre sentirse realizado o el más tonto de la clase.
“Ser honrado es como boxear con una mano atada a la espalda. Sólo puedes ganar por K.O.”
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Este tuit del escritor y columnista Alberto Olmo lo tengo fijado en mi perfil de x.com (Twitter) hace ya bastante tiempo, con un comentario mío que dice:
“Con la mano atada a la espalda y los ojos tapados.”
Según Aristóteles,
“La virtud se encuentra en el punto medio entre dos extremos”.
Y parece que mi abuela, que nunca fue a la escuela, lo aprendió de la universidad de la vida, porque siempre me decía:
“Carlos, el punto medio, hay que buscar siempre el punto medio.”
Otro día trataremos la vinculación entre el punto medio y la ventana de Overton. Pero otro dia. Seguimos.
Ser honrado es uno de los pilares de la cooperación, que junto con la confianza de alcanzar un resultado mejor para ambos (un win/win), sostienen un propósito común más allá de propósitos individuales.
Y de ahí la dicotomía del verbo “Ser“.
En inglés, el verbo “to be“, significa “ser“ o “estar“, y esta sutil diferencia se ve reflejada en mayor medida cuando se eleva a la vida real y a los procesos de honradez y cooperación.
Ser honrado no es lo mismo que estar haciendo las cosas honradamente.
Estar equivocado, no es lo mismo que ser un inútil.
Estar haciendo algo mal, no significa que eres malo.
Esta diferencia de significado conlleva un gran cambio de paradigma en procesos cooperativos, dado que pasa de centrarse en lo que la persona “ES“, ataque directo y muy complicado de modificar, con lo que la persona “HACE“, refiriéndose a hechos, algunos de ellos puntuales y con una mayor facilidad de ser modificados.
De ahí que en muchas ocasiones, la falta de honradez, honestidad o defraudar a alguien conlleva a la pérdida completa de la cooperación futura, más allá del hecho puntual de haber fallado.
El “ser“ por encima del “estar“.
Una frase controvertida de Antonio Escohotado expresa:
“Quien no entienda que la competencia es la forma más sofisticada de cooperación es que no ha entendido nada.”
Y esta frase me lleva a uno de los artículos sobre biología del comportamiento, teoría de juegos y cooperación que estoy leyendo y que dará para una entrada bastante larga.
En el artículo se describe el “juego del ultimátum“.
Se trata de un juego descrito por primera vez por Werner Güth, Rolf Schmittberg y Bernd Schwarze, es muy utilizado en economía experimental.
Yo lo descubrí en el podcast Kapital de Joan Tubau (#muyrecomendable).
El juego puede resumirse de la siguiente manera:
“A un jugador, llamado “proponente” se le propone que reparta una determinada cantidad de dinero (100€, 10 monedas, etc.) con otro jugador denominado “respondiente”, según le convenga, haciendo una única y definitiva propuesta.
El “proponiente” es libre de elegir la propuesta de reparto que ofrece al otro jugador
El “respondiente” por su parte, podrá aceptar o no dicha propuesta.
En caso de no aceptar, ningún jugador ganaría nada.
Por el contrario, si acepta se produce el reparto según la oferta del “proponente”.
¿Aceptaría cualquier propuesta del “proponente“?
Según un estudio de Fehr & Fischbacher, la mitad de las ofertas de menos del 30% del “presupuesto“ de partida son rechazadas, lo que significa que el “respondiente“ prefiere no ganar absolutamente nada, a ganar algo que considera “no justo“.
Este hecho, que puede ser considerado como una “mala decisión” o una decisión “no racional“, puesto que siempre es mejor ganar algo, que nada.
Sin embargo este hecho es una de las claves de la cooperación, la honradez y la confianza a largo plazo.
Esta conducta es denominada “Castigo altruista”.
Se denomina de esta manera dado que castiga la avaricia del “proponente“, incluso a costa de perder beneficios propios.
Este “castigo altruista“ permitirá que, en un proceso de competencia, deba existir un mínimo de cooperación para que ambas partes puedan sentirse cómodas con el intercambio, modulando la avaricia de los competidores.
Este “castigo altruista“ aparecerá en mayor medida con el verbo “estar“, que con el verbo “ser“, dado que hay cosas que se pueden cambiar. Cambiar el interior es mucho más difícil.
Este “castigo altruista“ depende en gran medida de la renuncia de una persona individual para un bien mayor a futuro. Ya sea para él mismo o para un grupo.
Este “castigo altruista“ depende de saber decir “NO“.
Este “castigo altruista“ va más del “gen altruista“, que del “gen egoísta“.
Pero dejamos ese tema para otro día. Que hay mucha tela que cortar.
Y hasta aquí la entrada de hoy.
Muchas gracias por llegar hasta el final.
Simplemente espero os haya gustado la entrada de hoy después de un tiempo sin compartir nada. No siempre se puede estar en el “punto medio“.
Ahhh, y una pregunta tonta para terminar: ¿Alguna vez has llevado a cabo un “castigo altruista“? Yo sí. Y cuando lo haces sientes que estás en la tesitura entre sentirte realizado o el más tonto de la clase.
Habrá que lidiar con ello.
Referencias
Twitter de Alberto Olmo: enlace
Antonio Escohotado: enlace
Juego del ultimátum: enlace
Joan Tubau: enlace
Muchas gracias ♥️ por acompañarme en este camino de aprendizaje lateral.
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